La lluvía como nunca, en esta ciudad caía como loca. Rebotaba contra el suelo como si necesitase soltar toda la irá hasta llegar a romper el asfalto.
-Vamos.-Me dijo Ben.-Vamos. Corre.
El jovén con pelo negro y ojos tenmendamente negros me agarraba la mano con fuerza para no perderme. El agua ya nos había empapado a los dos y tenía un frío que se me era imposible andar. Y mucho menos correr.
-No puedo Ben. Lo siento.
-Si puedes. ¡Venga!
Intente correr más. Por Ben, y por mi.
Aquí no estamos a salvo. Pero mis piernas flaquearon y caí al suelo.